El acoso a la instrucción
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- Author: KlingonCome
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ABC - Miércoles, 14 de febrero de 2007
. VILLANUEVA / P. MUÑOZ
MADRID. La instrucción del sumario del 11-M ha sufrido, prácticamente desde sus inicios, un continuo acoso para intentar desacreditarla. Desde el tipo de explosivo y los vehículos utilizados por los terroristas, pasando por una supuesta negativa a investigar cualquier posible relación de ETA con la matanza, todo tipo de argumentos se han esgrimido por parte de algunos para concluir que «no se quiere saber la verdad». Frente a esta postura, tanto la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional como el Tribunal Supremo han avalado en todo momento el trabajo del juez Del Olmo. Este es un pequeño resumen de algunas de las principales dudas planteadas y de las respuestas recogidas en el sumario.
El explosivo utilizado
La mochila de Vallecas
Está garantizada la cadena de custodia
El tipo de explosivo utilizado en los atentados de Madrid fue, desde el primer momento, objeto de polémica. Ha tenido que realizarse un último análisis de explosivos -en el que han participado peritos designados por todas las partes- para acallar a quienes siguen cuestionando que lo que salió de Mina Conchita es exactamente lo mismo que estalló el 11-M y el 3 de abril en Leganés.
El entonces subdirector general Operativo de la Policía, Pedro Díaz Pintado, aseguró que aquella mañana el ex comisario general de Seguridad Ciudadana Santiago Cuadro le había dicho por teléfono que se trataba de Titadyne. Cuadro, sin embargo, siempre negó este extremo. El asunto no era banal, pues si se trataba de Titadyne, ETA estaría tras los atentados. Sin embargo, cuando comenzaron a realizarse los análisis se demostró que sólo se había utilizado Goma 2 ECO. Pero la grieta para las acusaciones estaba ya abierta.
Una de las principales pistas para llegar a esa conclusión fue la mochila de Vallecas, la única que no estalló y permitió seguir la pista de los presuntos autores de la matanza. En su interior había un detonador conectado a un teléfono móvil, cuya tarjeta condujo al locutorio de Jamal Zougam en el barrio madrileño de Lavapiés. El inspector jefe que coordinó la custodia de la bolsa durante el 11-M (desde que ésta fue retirada junto con los demás objetos hallados en el interior de los vagones hasta que fue desactivada en Vallecas) no fue capaz de identificarla ante el juez como la que contenía la bomba que fue desactivada, lo que fue aprovechado por algunos para poner en tela de juicio la investigación e incluso insinuar que no había pruebas de que esa bolsa hubiera estado en algún momento en el interior de un vagón. Más de veinte policías que se encargaron de la recogida de objetos en la estación de El Pozo (en la que apareció esta mochila) y de su traslado hasta la comisaría de Puente de Vallecas ratificaron ante el juez que en «ningún momento» se rompió la cadena de custodia de la bolsa.
La presencia de la Goma 2 ECO estaba avalada también por el hecho de que esa sustancia apareció, además de en la mochila, en los siguientes lugares: la casa de Morata de Tajuña, Renault Kangoo, Skoda Fabia, piso de Leganés y vías del AVE en Mocejón (Toledo). También, entre otras razones, por el testimonio de «El Gitanillo», que dice que le dio a Jamal Ahmidan en Madrid el explosivo que le facilitó en Asturias Suárez Trashorras.
Los vehículos de los terroristas
Renault Kangoo y Skoda Fabia
Se hallaron huellas de los asesinos
Los dos vehículos utilizados por los terroristas la mañana del 11-M han servido también para intentar echar por tierra la instrucción. Aquel mediodía se encontró la Renault Kangoo cerca de la estación de tren de Alcalá de Henares. La primera inspección ocular realizada en el mismo lugar de los hechos no aportó, obviamente, resultados concluyentes. Sin embargo, cuando fue estudiada en el complejo policial del Canillas se encontraron más de 60 evidencias, entre ellas restos de ADN de los islamistas, detonadores, restos de Goma 2 ECO y una cinta con suras del Corán en las que se invita a la Yihad. El que en el primer examen -sobre el terreno- no se encontrara nada definitivo hizo que algunos afirmaran que esas pruebas habían sido puestas allí por alguien que deseaba dirigir la investigación hacia un lugar concreto.
En cuanto al Skoda Fabia, causó sorpresa que fuera encontrado meses después de los atentados, en concreto el 15 de junio, estacionado a no mucha distancia de la furgoneta Renault Kangoo. En el turismo se hallaron huellas genéticas de Allekema Lamari -se le pudo identificar como séptimo suicida por los restos encontrados en el coche-, y de Mohamed Afalah, quien huyó de Madrid el mismo 11-M y se cree que meses después se suicidó en un atentado en Irak. Hay quien ha llegado a decir, sin aportar pruebas, que el CNI estacionó el Skoda en Alcalá de Henares para implicar a Lamari.
Relaciones con ETA
«Caravana de la muerte» y prisiones
Ni una prueba que apunte a la banda
Si ha habido una constante a lo largo de estos años ha sido el intento por parte de algunos de implicar a la banda terrorista ETA, algo que todo el mundo creyó en las primeras horas pero que quedó desvirtuado el 13-M con las primeras detenciones. El propio Gobierno del PP encargó una investigación expresa en ese sentido y él mismo descartó esa relación. El primer dato para intentar demostrar esa supuesta vinculación fue el hecho de que la «caravana de la muerte» de ETA y el coche cargado de Goma 2 Eco partieran hacia Madrid la misma noche, la del 28 de febrero. La Policía trabajó durante semanas en la investigación de la coincidencia, con análisis de comunicaciones, interrogatorios y todo tipo de pesquisas. El resultado fue demoledor: no existió la menor relación entre los dos episodios.
El siguiente paso fue asegurar que los islamistas y los etarras habían mantenido contactos en prisión, donde habrían llegado a acuerdos. Abonaba esa hipótesis el que a presos islamistas se les hubiera encontrado anotaciones, una de ellas con el nombre y el número de teléfono de Henri Parot. Igualmente, el confidente Rafa Zouhier aseguró que Toro había tenido contactos con ETA para vender explosivos a la banda. La Policía no sólo descartó esta posibilidad, sino que recordó que en el momento en el que supuestamente se produjeron los contactos la banda tenía en su poder miles de kilos de explosivo, por lo que no necesitaba abastecerse de más, y mucho menos en el mundo de la delincuencia común en el que operaba este individuo.
Asimismo se hizo alusión a la utilización de los teléfonos móviles de los atentados. Hubo quien dijo que esa circunstancia también avalaba la autoría de ETA, ya que los había empleado antes, como en el cementerio de Zaráuz. Sin embargo, la banda los había empleado como temporizador, pero no para activar explosivos. Además, varios procesados en el 11-M estuvieron en campos de entrenamiento de Jalalabad, donde se enseñaba esta técnica.
Suicidio en Leganés
Siete autores materiales muertos
Se volaron con cinturones
Además de en todos los focos de los atentados del 11 de marzo, la Goma 2-ECO también aparece en el último de los escenarios relacionados con los presuntos autores de la matanza: el del suicidio en Leganés. También en este punto ha habido quien ha asegurado que aquel episodio no fue un suicidio, sino un asesinato. Los ánalisis han concluido que lo hallado entre los escombros del piso de Leganés, en el que se quitaron la vida siete presuntos autores materiales de la matanza, era Goma 2 ECO y que ésta había salido de la misma mina asturiana que el resto de explosivo utilizado el 11-M. Si los terroristas no se hubieran quitado la vida con ese explosivo, es muy probable que lo hubieran aprovechado para otros atentados, como habían hecho el día anterior en Mocejón.