Compañeros de El Haski en Francia lo delataron como autor intelectual

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ABC - Martes, 6 de marzo de 2007

D. MARTÍNEZ / P. MUÑOZ
MADRID. La declaración del segundo testigo-perito en el juicio del 11-M -un inspector de la UCIE de la Policía que intervino como instructor en varias de las investigaciones-, resultó particularmente densa, ya que buena parte de las pruebas contra los acusados se obtuvieron del estudio del tráfico de llamadas de las tarjetas telefónicas. La explicación de las conclusiones de ese cruce de datos resultó particularmente prolija, a pesar de la precisión con la que se expresó el policía, consciente de la dificultad que tiene para alguien que no esté en el cogollo de la investigación comprender y asimislar todos estos datos.
En cualquier caso, de las respuestas del agente salió especialmente mal parado Hassan El Haski, acusado de ser uno de los autores intelectuales de la matanza. Attila Turk, uno de sus compañeros del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), explicó que el procesado llegó a Francia días antes de la matanza y pidió, visiblemente alterado, ser alojado en algún lugar seguro. Ya esos días anunció que «algo puede ocurrir».
No sólo eso; tras los atentados, siempre según ese testimonio, comentó que el 11-M había sido obra de su «jamaa» (grupo de Madrid) y reveló que conocía a Jamal Zougam, uno de los autores materiales. El Haski, que durante su declaración utilizó como defensa la no existencia del GICM, fue definido también por sus compinches en Francia como uno de los cabecillas que se disputaba la dirección de esta organización terrorista en Europa.
Y aún hay más: para su huida, según ha acreditado la investigación, tanto Mohamed Afallah como Mohamed Belhadj y Abdelmajid Bouchar utilizaron la infraestructura del GICM en varios países europeos. De hecho, una huella de Mohamed Alfallah fue encontrada en la televisión de la vivienda de Mourad Chabarou, condenado en Bélgica por pertenecer al mencionado grupo.
Además, el inspector de la UCIE reveló que esta unidad especializada en terrorismo islamista se hizo cargo de las diligencias el 17 de marzo de 2004. Se trata de otra prueba más de que al menos hasta ese día aún se mantenía la investigacíón para aclarar una posible participación de ETA, luego descartada de forma absoluta.
Los defensores convirtieron la vista en una especie de «laboratorio» para analizar hasta el mínimo detalle las investigaciones en las que participó el testigo. Este hecho provocó que en ocasiones el policía admitiera no recordar detalles nimios. La duración de su declaración facilitó esas imprecisiones, provocadas en algún caso por cansancio.